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14 de marzo de 2011

Veinticinco

Desde que era un niño siempre han habido dos días en los que me costaba quedarme dormido: la noche de Reyes y el día antes de mi cumpleaños.

Ahora que ya no soy tan niño (maldita sea), y como en mi casa hemos perdido la costumbre y el factor sorpresa de los regalos de Reyes, ya solo hay un día en el que me sigue costando quedarme dormido. Serán los nervios o será que tu propio cuerpo sabe y siente que cumple años, y cuando me voy a la cama empiezo a recordar todas esas cosas que me han pasado en los últimos años.
Y de lo primero que me acuerdo es de los primeros cumpleaños en mi casa. Cuando venían todos mis primos y mis vecinos y yo me ponía en el balcón a esperar a que llegaran porque lo que realmente me hacia ilusión era ver a tanta gente en mi casa celebrando mi cumpleaños.
Me acuerdo del colegio, de los compañeros y de los profesores. Me acuerdo de las cabañas y las gamberradas (pocas y flojas) que hacíamos en mi barrio. De cuando fui creciendo y dejé de ir con mi abuela a la piscina del pueblo para ponerme a trabajar con mi padre en el hotel. Del instituto y las mañanas de escaqueo el año que repetí tercero. De cuando deje los estudios para irme a trabajar o de cuando volví para terminar el bachillerato. Del verano en el Alcotán con 14 años, o del verano siguiente en el que no descansé ni un día poniendo tumbonas en un chiringuito. De los dos veranos que me pegué acostándome todos los días a las 5-6 de la mañana cuando trabajaba en el Trasluz.
Del primer recuerdo que tengo de haber ido a la Rosaleda hace 22 años (aunque fui siendo más pequeño, pero no me acuerdo).
También de cosas más recientes como my "London experience" o las borracheras con los colegas.

En general me acuerdo de los buenísimos ratos que he pasado con todo el mundo, y también de los que ya no están.
No me hace ninguna gracia cumplir años, pero estoy dispuesto a vivir los próximos veinticinco de la misma manera que estos que acabo de cumplir.

Gracias a todos los que formáis y habéis formado parte de estos veinticinco años estéis donde estéis.

PD: ¡Si me queréis, QUEDARSE!